Por Ricardo Bustos
Se dice que existe la misericordia cuando sentimos compasión por los que sufren y ofrecemos ayuda.
Por mi tarea profesional de muchos años, he recorrido casi todo nuestro hermoso país pero no solamente para observar como turista, sino para conocer las entrañas de los pueblos, su gente, cómo viven, y de qué viven.
He llegado a descubrir lugares en donde el 80 por ciento de los ciudadanos cobran pensión por invalidez y resulta que gran parte de esos beneficiarios juegan al fútbol, van a bailar los fines de semana, corren maratones, en fin, una extraña invalidez para una mas extraña manera de cobrar dineros del Estado por patologías que no existen en la realidad pero si en los papeles.
Si bien es cierto, cualquiera podrá refutar mis dichos al pedirme pruebas, también se que es un secreto a voces y mis colegas lectores sabrán que sobre este tema, muchos conocen varios casos pero no se animan a comentarlo por temor a represalias.
Entre el uso y abuso, encontramos muchos ejemplos que nos muestran al argentino practicando la famosa «viveza criolla». Conozco a muchos vecinos de mi provincia que viven en la casa que era de sus abuelos o padres ya fallecidos y continúan recibiendo las boletas de la luz, el gas, impuestos municipales o de Rentas a nombre de los anteriores titulares, motivo por el cual solo abonan un porcentaje mínimo del que corresponde, porque por Ley los jubilados pagan siempre menos todos los servicios.
Creo humildemente y sabiendo que muchos se van a enojar, que la Ley debería discriminar entre la gente que está en condiciones de absorber los gastos de consumo por su capacidad económica y aquellos que no cuentan con los medios y se desangran para poder cumplir y además llegar a fin de mes.
El tema de los subsidios sigue siendo complejo y no porque no se pueda solucionar ya que si se hiciera un verdadero censo sobre quienes son realmente los que necesitan ayuda extra del Estado, seguramente podría extenderse la franja a muchos ciudadanos que hoy no reciben nada y precisamente, ello ocurre porque del otro lado, por política, amiguismo o clientelismo, son millones los que hacen cola en el cajero todos los meses a la hora de cobrar su plan.
Es fácil detectar quién necesita ese dinero. Basta con verlos llegar en sus motos nuevas de alta cilindrada, los celulares de última generación, zapatillas de $ 2,000 pesos, camisetas de sus equipos de fútbol favorito que todos sabemos no cuestan dos pesos y muchas señales mas que nos dejan cuando los vemos en la fila.
Deberá reconocer este nuevo gobierno los graves errores que se cometieron y subsanar el problema a la brevedad porque el hambre duele, no espera y mientras unos disfrutan del placer de recibir algo que no necesitan otros miran desde la otra vereda como se sigue cometiendo una injusticia.
Es mucha la gente que necesita ayuda del Estado y jamás recibió un «plan». Algo habrá que hacer, mas ahora que estamos descubriendo la enorme cantidad de dinero que han desviado para sus bolsillos, dirigentes de la talla de Milagro Sala, Luis D’Elía, Julio De Vido, los hoteles del Calafate y la ex-reina, Boudou y su maquina de hacer dinero (que lo hicieron en serio) y tantos otros que ya no vale la pena mencionar.
Algo que debería cambiar y con carácter de urgente son las condiciones que debe reunir un ciudadano para acceder a un cargo público dentro de las administraciones de los tres poderes, porque no puede ser que una persona como Milagro Sala haya sido Diputada en su provincia y ahora Diputada al Parlasur con todos los desastres que ha causado a la nación en su conjunto al desviar los fondos que eran para construir viviendas para el pueblo, convirtiéndolos en capital propio.
Se tiene que terminar de una vez por todas algo que hoy es costumbre como dice Oscar Diego Bautista , doctor en Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid e investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México, «El botín son los cargos públicos y todos los beneficios que se pueden obtener a partir de ellos. Los líderes políticos se comprometen a recompensar con esos recursos a los dirigentes y militantes que los ayuden a ganar las elecciones y a llegar al poder. Lógicamente, éstos apuestan por quienes consideran que tienen más probabilidades de ganar, no por aquellos que compartan sus ideas», (infobae). Yo agregaría que no son tontos.
Por último, no debemos olvidar que los mas pobres entre los pobres, son los niños y los abuelos, los dos extremos de la vida y en medio de ellos un pueblo que necesita volver a creer.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556